Nunca te enamores de un Guardia Civil

Una mujer cuenta su experiencia al lado de su esposo guardia civil, enfrentando los retos y sacrificios de su vida juntos, marcada por traslados, peligros y la constante incertidumbre, pero siempre unida por el amor, el respeto y la lealtad.

Anónimo

9/5/20242 min leer

Soy mujer de un guardia civil, y me gustaría compartir con quien tenga a bien leer estas líneas lo que se vive cada día a su lado, y qué hay detrás de ese uniforme.

Cuando lo conocí, era militar y estaba de misión en Kosovo. Pero un día llegó a casa y me dijo que solicitaría el acceso a la Guardia Civil. Era su mayor deseo, yo lo sabía, y por ello le animé a cumplir su sueño, aun siendo consciente de cómo cambiaría mi vida a partir de ese día. Traslados y cambios de residencia con cada nuevo destino, cambios de trabajo, y todas esas noches en vela rezando por no recibir la llamada, esa llamada que, por desgracia, otras compañeras sí recibieron.

En todos estos años hemos pasado por destinos muy complicados, pero sabías que, si te dejabas vencer por el miedo, no podrías seguir viviendo. No sería vida. Por lo que no quedaba otra opción. Había que enfrentarse a cada obstáculo, a cada reto, a cada complicación. Y nos enfrentamos. Y lo superamos.

Decidí estar a su lado desde el principio, decisión que se refuerza a cada día. Lo dejé todo por amor, por amor a él y a lo que he aprendido a su lado. Amor, respeto y lealtad a la Guardia Civil. Llevamos 23 años en el Cuerpo (yo también siento que formo parte de él), y hemos compartido multitud de momentos buenos, malos y muy malos. Y a cada paso, tú estás ahí, a su lado, esperándolo llegar, esperándolo para ofrecerle cariño y comprensión. Un estoy aquí. Un no estás solo.

Entre esos muy malos momentos, recuerdo la llamada recibida en unos de los peores días de esta gran familia. Su compañero, y mejor amigo, había sido asesinado. Con el alma rota por el dolor, mi marido ayudó a ponerle el uniforme, a ponerle las medallas, y le dijo adiós. Tantos momentos por compartir truncados…

Nosotras tenemos que ver cómo cada día arriesgan sus vidas y afrontan su trabajo sin medios ni recursos suficientes ni adecuados, y todo ello sin ser valorados, respetados, protegidos, ni considerados profesión de riesgo. Son tiempos adversos, difíciles, e injustos.

No te enamores de un guardia civil, me dice una vocecita, porque vas a pasar momentos muy duros. Pero todo lo compensa el amor que sientes cuando él llega a casa. Está aquí. No estás sola. Y te sientes segura, protegida y cuidada, a su vera.