Ayer y hoy

El texto refleja el miedo y las restricciones que vive la esposa de un guardia civil, ocultando su profesión y domicilio por temor al rechazo y la inseguridad en su entorno. A pesar de ser de la zona, siente que en algún momento será expulsada debido al odio hacia las fuerzas de seguridad.

Anónimo

9/19/20241 min leer

No, ya no tenemos que mirar los bajos del coche cada que nos subimos a él.

Pero sí, siguen odiándonos.

Y sí, tengo que mentir sobre la profesión de mi marido en mi trabajo.

Y sí, tengo que mentir sobre dónde vivimos.

Y sí, tengo miedo de las consecuencias que puedan darse cada vez que tengo que dar mi dirección real.

Y sí, tengo miedo cada vez que un técnico tiene que venir a mi casa.

Y sí, me tengo que reír de los chistes sobre la Guardia Civil, maldita la gracia.

Y sí, me tengo que morder la lengua para no contestar cada vez que alguien dice una salvajada.

Y sí, tengo amigos ertzainas y municipales que nos respetan.

Pero no, no puedo hablar libremente, ni hablar con desconocidos o hablar en un bar (nunca sabes quién puede estar a tu lado, escuchando).

Y no, no puedo llevar a mis hijos a un colegio público.

Y no, no puedo hacer pedidos de comida a domicilio desde mi casa.

Y no, no puedo invitar a nadie a venir a mi casa.

Y no, no nos pudimos casar con el uniforme de gala (porque entonces no podría enseñar las fotos de mi boda).

Y, lo más triste de todo, es que yo soy de aquí. Mis aitas son de aquí. Mis hijos son de aquí. Mi cuadrilla es de aquí. Los amigos de mis hijos son de aquí. Y, aun así, en algún momento me echarán de aquí, nos echarán de aquí. Zergatik nire etxetik botatzen naute? ¿Por qué me echan de mi casa?

Mientras que en otras ciudades están deseando aumentar la plantilla para mejorar la seguridad, aquí la van reduciendo paulatinamente. ¿Acaso no resulta aplicable la misma normativa? ¿No se rigen por la misma ley? ¿No están para y por el ciudadano?