Aprender a Leer

Como madre y esposa de un Guardia Civil en el País Vasco, siento frustración e impotencia al ver carteles hostiles y no poder explicárselos a mi hija de 6 años. Aunque trato de protegerla con respuestas simples, sé que pronto necesitará una verdad dolorosa.

V. G. G

8/7/20242 min leer

Soy mujer de Guardia Civil, y madre de una una niña de 6 años. A través de estas líneas quisiera explicar cómo me siento, como madre, cada vez que veo ciertas imágenes, desgraciadamente habituales, en las calles y espacios públicos del País Vasco.

Siempre me ha producido rabia, mucha rabia, ver este tipo de imágenes, murales, pegatinas, carteles o pancartas por la zona en la que vivo, dato que voy a ocultar, por razones obvias (pido disculpas por ello).

Pero ahora, cuando voy por la calle de la mano de mi hija, no es sólo rabia lo que siento. Me desborda la impotencia y la frustración por no ser capaz de explicarle a esa pequeña carita que me mira, con una mezcla de extrañeza, inocencia y curiosidad brillando en sus ojos, por qué ese Guardia Civil, como papi, tiene la cara tapada en el dibujo y le dicen "alde hemendik" (fuera de aquí).

Siendo sincera, he de reconocer que, a día de hoy, sigo sin poder darle una respuesta clara, y sincera. Temo darle una explicación que pueda causarle angustia, o despertarle algún tipo de miedo.

Mi hija es vasca. Habla euskera perfectamente, y este año ha aprendido a leerlo. Para cualquier madre, que su hija aprenda a leer es un motivo de alegría y celebración. Por supuesto, para mí también lo ha sido. Pero, al mismo tiempo, con este aprendizaje, siendo ella capaz de leer por sí misma en euskera, siento que se han abierto puertas oscuras que nadie nos ha enseñado a cruzar. ¿Cómo explicarle a tu hija que no nos quieren aquí?

De momento, trato de sortear la verdad, buscando protegerla. Probablemente sea el cartel de una película bélica de hace muchos años, o la gamberrada de un "niño malo" que ha ensuciado una bonita foto. Aunque soy consciente de que, más pronto que tarde, llegará el día en el que estás respuestas serán insuficientes. Llegará un día en el que no tendré respuestas no dolorosas para sus preguntas.

Mi cariño, y respeto, para todos esos padres que, como yo, no pueden celebrar sin miedo que sus hijos aprendan a leer.